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En Holywell City, ubicada en el condado de Berkshire en Inglaterra, el cese de las frescas brisas y nevadas anuncia que el invierno ya está terminando. La primavera trae consigo un pequeño aumento de temperatura y el aumento de las lluvias.
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you fit me better than my favourite sweater ■ Liv
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you fit me better than my favourite sweater ■ Liv
A Otis no sólo le gustaba Avenue #13, amaba ese local, lo admiraba, le haría rituales si fuera posible y no estuviera ocupado guardando propinas en la heladería la mayoría de su tiempo. Todo lo que necesitaba lo encontraba allí y eso le fascinaba, además de que los baños siempre estaban limpios y sólo estaba a dos calles de su casa. ¿Podría tener algo mejor? Por supuesto que no.
El rubio se encontraba dando vueltas por el local porque necesitaba un par de zapatillas, y aunque sabía que tenían poca variedad porque era más que nada un negocio de ropa, había visto un par unos días antes y quería verlas de cerca. Aquella vez había pasado con su madre, pero no había dicho ni mu porque estaba enojada, así que había esperado a que se calmen las aguas para pedirle dinero y salir cuando pueda. Era domingo por la tarde, así que no trabajaba (era la única tarde que tenía libre en toda la semana). En cuanto las vio en el estante, se acercó al primer empleado que encontró y preguntó si tenían de su talla. Le sorprendió bastante que regresara con el pedido en mano, puesto que "las fábricas ya no hacen tamaños tan grandes", según otros vendedores. Otis no creía eso justo; no era su culpa tener los pies enormes y el hecho de que las fábricas hayan estado perezosas y no hayan querido elaborar de ese tamaño tampoco lo era. Después de dar las gracias se sentó y desabrochó los abrojos de las que llevaba puesto. Primero se calzó la izquierda y luego la derecha, dio como diez vueltas para asegurarse de que eran cómodas y decidió que las quería. Nunca había hecho una compra tan rápido y fácil. Podía decirse que estaba más que satisfecho. Con una sonrisa en el rostro, entregó el dinero al chico de la caja. Cuando estaba por salir se encontró con un rostro familiar - ¿Olivia? - preguntó sin saber si era ella o no. Logró observarla mejor y repitió - ¡Olivia! - pero esa vez fue más como un saludo - ¿Cómo estás? ¿Cómo está Elizabeth? - preguntó sonriente. Se dio cuenta al segundo que quizás preguntar por su hermana no había sido muy adecuado, pero lamentablemente ya se le habían escapado las palabras. Qué metida de pata.
El rubio se encontraba dando vueltas por el local porque necesitaba un par de zapatillas, y aunque sabía que tenían poca variedad porque era más que nada un negocio de ropa, había visto un par unos días antes y quería verlas de cerca. Aquella vez había pasado con su madre, pero no había dicho ni mu porque estaba enojada, así que había esperado a que se calmen las aguas para pedirle dinero y salir cuando pueda. Era domingo por la tarde, así que no trabajaba (era la única tarde que tenía libre en toda la semana). En cuanto las vio en el estante, se acercó al primer empleado que encontró y preguntó si tenían de su talla. Le sorprendió bastante que regresara con el pedido en mano, puesto que "las fábricas ya no hacen tamaños tan grandes", según otros vendedores. Otis no creía eso justo; no era su culpa tener los pies enormes y el hecho de que las fábricas hayan estado perezosas y no hayan querido elaborar de ese tamaño tampoco lo era. Después de dar las gracias se sentó y desabrochó los abrojos de las que llevaba puesto. Primero se calzó la izquierda y luego la derecha, dio como diez vueltas para asegurarse de que eran cómodas y decidió que las quería. Nunca había hecho una compra tan rápido y fácil. Podía decirse que estaba más que satisfecho. Con una sonrisa en el rostro, entregó el dinero al chico de la caja. Cuando estaba por salir se encontró con un rostro familiar - ¿Olivia? - preguntó sin saber si era ella o no. Logró observarla mejor y repitió - ¡Olivia! - pero esa vez fue más como un saludo - ¿Cómo estás? ¿Cómo está Elizabeth? - preguntó sonriente. Se dio cuenta al segundo que quizás preguntar por su hermana no había sido muy adecuado, pero lamentablemente ya se le habían escapado las palabras. Qué metida de pata.
E. Otis Fitzgerald- Descendiente de Ciudadanos.
Re: you fit me better than my favourite sweater ■ Liv
Le gustaban los domingos. Siempre le habían gustado, a pesar de que era el día de la semana que más cerca quedaba del lunes. Iba a la iglesia por la mañana y, después, tenía el resto del día para descansar. Robert seguía durmiendo cuando ella había vuelto de misa y ni siquiera se había molestado en despertarle para comer; eso sí, le había guardado un plato de la lasaña de su madre en el horno para cuando se despertara. Intentaba aprender a cocinar, pero era un auténtico desastre. Lo único que parecía ser capaz de preparar eran bizcochos, galletas y dulces en general; nada especialmente nutritivo. Su madre le había regalado un útil libro de recetas, sí, pero sus platos no se parecían en nada a los que aparecían en las fotografías. Ésa era otra de las razones por la que le gustaban los domingos: su madre siempre preparaba lasaña de sobra y Olivia llevaba una porción generosa para Robb y ella.
Había salido a dar un pequeño paseo con Cash, su cachorro de golden retriever, y volvía a casa paseando por la Avenida Mayflower cuando se detuvo frente al escaparate de Avenue #13. Olivia no gastaba demasiado dinero en ropa y tampoco le daba mucha importancia a su aspecto físico. Los únicos días que se arreglaba un poco más eran los domingos, para ir a la iglesia. Ya no recordaba la última vez que Robert la había llevado a cenar, así que no necesitaba comprar ropa bonita. De todos modos, pudo ver un vestido que le llamó la atención y pensó en entrar a verlo, pero Cash tiró de ella, recordándole que no estaba sola. Miró al animalito y sonrió con ternura. —Vas a tener que esperar aquí fuera, Cash. –dijo con cariño mientras anudaba la correa del perro a una farola frente a la tienda, asegurándose de que no podría soltarse sin ayuda. Cuando puso un pie dentro de la tienda se acercó al vestido que había visto desde la calle; verde oscuro, corto y ajustado. Era una estupidez pensar en comprarlo para que se quedara en el armario, pero le gustaba tanto… Su mano derecha acariciaba el tejido cuando una voz llamó su atención. Ni siquiera necesitó mirarle para saber quién era. —¡Otis! –ella también pronunció su nombre a modo de saludó y sonrió ampliamente, aunque la mueca se congeló en su rostro cuando él hizo mención a Elizabeth, su hermana menor. —Bueno… Hoy no la he visto. Debería haber venido a misa, pero según mi madre ha llegado a casa al amanecer y no quería moverse de la cama. –explicó. Liv no era demasiado comunicativa sobre todos los problemas que rodeaban a su familia, pero el chico era como un miembro más.
Había salido a dar un pequeño paseo con Cash, su cachorro de golden retriever, y volvía a casa paseando por la Avenida Mayflower cuando se detuvo frente al escaparate de Avenue #13. Olivia no gastaba demasiado dinero en ropa y tampoco le daba mucha importancia a su aspecto físico. Los únicos días que se arreglaba un poco más eran los domingos, para ir a la iglesia. Ya no recordaba la última vez que Robert la había llevado a cenar, así que no necesitaba comprar ropa bonita. De todos modos, pudo ver un vestido que le llamó la atención y pensó en entrar a verlo, pero Cash tiró de ella, recordándole que no estaba sola. Miró al animalito y sonrió con ternura. —Vas a tener que esperar aquí fuera, Cash. –dijo con cariño mientras anudaba la correa del perro a una farola frente a la tienda, asegurándose de que no podría soltarse sin ayuda. Cuando puso un pie dentro de la tienda se acercó al vestido que había visto desde la calle; verde oscuro, corto y ajustado. Era una estupidez pensar en comprarlo para que se quedara en el armario, pero le gustaba tanto… Su mano derecha acariciaba el tejido cuando una voz llamó su atención. Ni siquiera necesitó mirarle para saber quién era. —¡Otis! –ella también pronunció su nombre a modo de saludó y sonrió ampliamente, aunque la mueca se congeló en su rostro cuando él hizo mención a Elizabeth, su hermana menor. —Bueno… Hoy no la he visto. Debería haber venido a misa, pero según mi madre ha llegado a casa al amanecer y no quería moverse de la cama. –explicó. Liv no era demasiado comunicativa sobre todos los problemas que rodeaban a su familia, pero el chico era como un miembro más.
Olivia F. Crawford- Descendiente de Ciudadanos.
Re: you fit me better than my favourite sweater ■ Liv
Mientras guardaba el cambio en el bolsillo trasero de su pantalón distraídamente escuchaba lo que contaba Olivia. Por lo que había oído de Elizabeth (y además de que la veía todos los días en el instituto) no parecía ser de la clase de chica que se despierta temprano un domingo para ir a misa - Si se presenta mañana a clases voy a retarla de tu parte - dijo a modo de broma sonriente. Se le escaparon unas monedas de las manos y cayeron al suelo, lo que le hizo bajar la mirada. Las buscó con los ojos y se agachó de inmediato en cuanto las encontró.
Cuando volvió a su estatura normal se fijó distraídamente en lo que su amiga tenía en la mano - Es un lindo vestido - comentó. No es que supiera mucho de vestidos: en realidad no sabía nada. En su casa eran siete hombres y una mujer, que sólo usaba vestidos para ocasiones especiales como Navidad o fiestas elegantes. Nunca había visto a las novias de sus hermanos y si lo había hecho no se acordaba. Así que no, no sabía nada sobre el tema. Además, ¿cómo podías saber si te gustaba sólo con verlo y tocarlo? Según el rubio las prendas eran distintas en el cuerpo y en las perchas - ¿Piensas llevarlo? - preguntó sonriente señalándolo.
De pronto su oído captó un levantamiento moderado de voces y volteó la cabeza. Otis era un chismoso, no se perdería una discusión entre una anciana y otra señora por nada en el mundo. Al parecer, y por lo que entendía el rubio, la anciana había dejado un bolso separado y al volver de los baños la otra señora ya lo había encontrado y estaba a punto de pagarlo. No pudo evitar sonreír al escucharlas hablando, cada una tenía un acento distinto y sus palabras personales para insultar a la otra. Para el chico en cualquier momento empezarían a caer rayos ficticios en el local y entre las mujeres, que parecían no querer dar el brazo a torcer. Se rascó la mejilla y apartó la mirada en cuanto se dio cuenta de que las había estado observando por mucho tiempo y podría ser irrespetuoso o incluso ofensivo para ellas. Lo único que faltaba era que hicieran tregua y se largaran a pelear con el pobre Otis, que era sólo víctima de su curiosidad.
Cuando volvió a su estatura normal se fijó distraídamente en lo que su amiga tenía en la mano - Es un lindo vestido - comentó. No es que supiera mucho de vestidos: en realidad no sabía nada. En su casa eran siete hombres y una mujer, que sólo usaba vestidos para ocasiones especiales como Navidad o fiestas elegantes. Nunca había visto a las novias de sus hermanos y si lo había hecho no se acordaba. Así que no, no sabía nada sobre el tema. Además, ¿cómo podías saber si te gustaba sólo con verlo y tocarlo? Según el rubio las prendas eran distintas en el cuerpo y en las perchas - ¿Piensas llevarlo? - preguntó sonriente señalándolo.
De pronto su oído captó un levantamiento moderado de voces y volteó la cabeza. Otis era un chismoso, no se perdería una discusión entre una anciana y otra señora por nada en el mundo. Al parecer, y por lo que entendía el rubio, la anciana había dejado un bolso separado y al volver de los baños la otra señora ya lo había encontrado y estaba a punto de pagarlo. No pudo evitar sonreír al escucharlas hablando, cada una tenía un acento distinto y sus palabras personales para insultar a la otra. Para el chico en cualquier momento empezarían a caer rayos ficticios en el local y entre las mujeres, que parecían no querer dar el brazo a torcer. Se rascó la mejilla y apartó la mirada en cuanto se dio cuenta de que las había estado observando por mucho tiempo y podría ser irrespetuoso o incluso ofensivo para ellas. Lo único que faltaba era que hicieran tregua y se largaran a pelear con el pobre Otis, que era sólo víctima de su curiosidad.
E. Otis Fitzgerald- Descendiente de Ciudadanos.
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