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En Holywell City, ubicada en el condado de Berkshire en Inglaterra, el cese de las frescas brisas y nevadas anuncia que el invierno ya está terminando. La primavera trae consigo un pequeño aumento de temperatura y el aumento de las lluvias.
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La última y nos vamos. → Privado.
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La última y nos vamos. → Privado.
La última y nos vamos.
jenkins' → con julie → viernes.
Su turno había acabado hacía una media hora, a pesar de que el encargado había tratado de hacer que se quedara un poquito más. Por lo que Sia había experimentado la primera vez -y la última- ese poquito más podía alargarse dios sabe cuanto. Había que ver como escarmentaba Sallinger cuando le convenía. El caso es que a pesar de haber acabado el turno, Sia seguía en el Jenkins' pero ahora frente a la barra. Miento. Antes de apoltronarse en el taburete había ido al baño a acedentarse un poco. Algo de raya de ojos por aquí y un poco de rimmel por allá et voilà, tira que te va.
Ahora sí, tras pasar por chapa y pintura, Sia había ocupado un taburete. El ambiente empezaba a animarse, los primeros grupos de amigos pedían ya la segunda ronda de copas y algún que otro valiente se animaba con el karaoke. Pero a veces animarse no era suficiente para convertirse en una superestrella. O para no hacer sangrar los oídos del resto de clientes. El móvil de Sia daba vueltas entre sus dedos, golpeando intermitentemente la barra. Se supone que hacía media hora que habían quedado, ¡Y eso que ella había salido tarde! Miro la hora, y arrugó la nariz. O Julie movía su culito francés rápidamente hasta allí o Sia iba a tener que empezar sin ella. Nerviosa y con la paciencia rozando su límite, sacó un cigarro y el zippo del bolsillo de la chaqueta y se lo encendió, alargando la mano hacia uno de los ceniceros y dándole una calada. Al cigarro claro, no al cenicero. Aprovechando que el camarero de turno estaba distraído, Sia se tiró sobre la barra y alargó la mano hacia abajo, abriendo la nevera que había allí abajo y estirándose todavía más para alcanzar justo lo que estaba buscando.
Una fresca, deliciosa y siempre bienvenida cerveza. ¿Qué? Se pasaba horas tras aquella barra, sabía donde se guardaban las cervezas. Abrió el botellín y dio un trago, ahg. Deliciosa. Aunque las habían mejores, como todo. Con el cigarro apoyado en los labios, Sia rebuscó en los bolsillos y se puso a contar el dinero que llevaba encima, mayormente las propinas de aquella noche. Oye, pues no le había ido tan mal. Aunque sin duda la gente cada vez era más rácana y su ya de por sí jodida economía lo estaba notando.
Ahora sí, tras pasar por chapa y pintura, Sia había ocupado un taburete. El ambiente empezaba a animarse, los primeros grupos de amigos pedían ya la segunda ronda de copas y algún que otro valiente se animaba con el karaoke. Pero a veces animarse no era suficiente para convertirse en una superestrella. O para no hacer sangrar los oídos del resto de clientes. El móvil de Sia daba vueltas entre sus dedos, golpeando intermitentemente la barra. Se supone que hacía media hora que habían quedado, ¡Y eso que ella había salido tarde! Miro la hora, y arrugó la nariz. O Julie movía su culito francés rápidamente hasta allí o Sia iba a tener que empezar sin ella. Nerviosa y con la paciencia rozando su límite, sacó un cigarro y el zippo del bolsillo de la chaqueta y se lo encendió, alargando la mano hacia uno de los ceniceros y dándole una calada. Al cigarro claro, no al cenicero. Aprovechando que el camarero de turno estaba distraído, Sia se tiró sobre la barra y alargó la mano hacia abajo, abriendo la nevera que había allí abajo y estirándose todavía más para alcanzar justo lo que estaba buscando.
Una fresca, deliciosa y siempre bienvenida cerveza. ¿Qué? Se pasaba horas tras aquella barra, sabía donde se guardaban las cervezas. Abrió el botellín y dio un trago, ahg. Deliciosa. Aunque las habían mejores, como todo. Con el cigarro apoyado en los labios, Sia rebuscó en los bolsillos y se puso a contar el dinero que llevaba encima, mayormente las propinas de aquella noche. Oye, pues no le había ido tan mal. Aunque sin duda la gente cada vez era más rácana y su ya de por sí jodida economía lo estaba notando.
Sia T. Sallinger- Invitado
Re: La última y nos vamos. → Privado.
Cuando leyó el mensaje por primera vez, creyó que el tiempo le sobraba, pero cuando se dispuso a responder un simple "está bien", el trabajo se ajetreó demasiado y ni siquiera una respuesta pudo darle a su amiga. No se quito de la cabeza el compromiso que tenía esa noche, no la dejaría plantada costara lo que costara. Papeleo, esa Universidad tenía demasiado papeleo.. no era eso lo que ella se imaginaba. La verdad es que para ella el puesto de secretaria era la tía a la cual el jefe tiraba sobre su escritorio, pero no era justamente lo que a ella le había tocado. No sabía qué habían pensado sus padres cuando le habían conseguido aquel trabajo, vender discos le parecía más entretenido que eso. El sol se estaba ocultando y la tarde se convertía en noche y así se iban todas las horas de su día metida en aquel cubículo arreglando los papeles del jefe. ¿Por qué tantos alumnos en una Universidad? ¿Por qué no se iban a recorrer el mundo, a ver otros países, a conocer otras ciudades? Las Universidades de la capital eran mejores que ésta.. pero claro, la política los cerraba.
Cuando por fin terminó, su reloj le informaba que la hora del encuentro ya había pasado, por por algunos minutos. Cambiarse de ropa no estaba en sus planes, pero tenía suerte de que no le apetecía vestirse elegante y sofisticada aunque de un trabajo formal se tratara. Así que con un vestido negro se dirigió a Jenkins a encontrarse con Sia, una chica que conocía hace poco pero que rápidamente se hizo lugar en su corazón.. y en su casa. Al poner pie en el bar, los aullidos de un tío que se creía cantante de rock le llegaron a los oídos. Frunció el ceño y lo observó por unos segundos, ella se había dedicado cinco años a estudiar musicología para estar metida entre papeles y él se creía quién sabe qué cosa por pararse allí. En realidad la bronca no debería tomársela con el pobre chaval sino con la ciudad ésta. Observó como Sia se estiraba y tomaba ella misma una cerveza de detrás de la barra, Julie negó con la cabeza y se acercó a ella. ─ ¿Al menos la pagarás? ─ Se sentó a su lado y dejó su bolso sobre la barra, esperaba que no hubiesen ladrones por allí, además de Sia claro. ─ Antes de que me eches la bronca encima, estuve entre archivos el día entero. Pero logré leer expedientes, hay tíos muy buenos en esa Universidad. ─ Confesó con una sonrisa divertida y llamó la atención del camarero para pedirle una cerveza. Esperaba que no se diera cuenta de lo que Sia había hecho. ─ ¿Sabes si por aquí hay un teatro? Esta ciudad parece muerta en cuanto a arte. ─ Musitó observando nuevamente al "cantante". ─ ¿Cómo te ha ido hoy? ─ Vio las monedas que traía en las manos, suponía que serían de sus propinas.
Cuando por fin terminó, su reloj le informaba que la hora del encuentro ya había pasado, por por algunos minutos. Cambiarse de ropa no estaba en sus planes, pero tenía suerte de que no le apetecía vestirse elegante y sofisticada aunque de un trabajo formal se tratara. Así que con un vestido negro se dirigió a Jenkins a encontrarse con Sia, una chica que conocía hace poco pero que rápidamente se hizo lugar en su corazón.. y en su casa. Al poner pie en el bar, los aullidos de un tío que se creía cantante de rock le llegaron a los oídos. Frunció el ceño y lo observó por unos segundos, ella se había dedicado cinco años a estudiar musicología para estar metida entre papeles y él se creía quién sabe qué cosa por pararse allí. En realidad la bronca no debería tomársela con el pobre chaval sino con la ciudad ésta. Observó como Sia se estiraba y tomaba ella misma una cerveza de detrás de la barra, Julie negó con la cabeza y se acercó a ella. ─ ¿Al menos la pagarás? ─ Se sentó a su lado y dejó su bolso sobre la barra, esperaba que no hubiesen ladrones por allí, además de Sia claro. ─ Antes de que me eches la bronca encima, estuve entre archivos el día entero. Pero logré leer expedientes, hay tíos muy buenos en esa Universidad. ─ Confesó con una sonrisa divertida y llamó la atención del camarero para pedirle una cerveza. Esperaba que no se diera cuenta de lo que Sia había hecho. ─ ¿Sabes si por aquí hay un teatro? Esta ciudad parece muerta en cuanto a arte. ─ Musitó observando nuevamente al "cantante". ─ ¿Cómo te ha ido hoy? ─ Vio las monedas que traía en las manos, suponía que serían de sus propinas.
Julie G. Froissart- Descendiente de Ciudadanos.
Re: La última y nos vamos. → Privado.
─Claro Julie, claro. Pero hoy no, mañana.─contestó antes de darle otro trago a la cerveza. Sallinger le echó un vistazo a su amiga, o al menos eso era en lo que se había convertido en el poco tiempo que se conocían. Puede que de no haber sido por ella, Sia estuviese de patitas en la calle, y lo creáis y no, pues eso lo valoraba y agradecía. Sia todavía no había abierto la boca para echarle en cara la tardanza -que no iba a echársela en cara del todo, pero sí que iba a hacer algún comentario-, cuando Julie se excusó. ─Bah, no te preocupes.─dijo con añadiendo un movimiento de mano. ─¿Sí?─se le hacía la boca agua. ─Pues menos mal, porque si tuviésemos que depender de los de siempre, mal. Espero algún número pronto, eh.─le guiñó un ojo, y justo entonces el otro camarero apareció para atender a su acompañante. A Sia le dedicó una mirada llena de reproche, y ella se encogió de hombros. ─Oh vamos Mike, con lo poco que nos pagan tenemos tienen de sobra para perder un par de birras.─él manifestó su opinión asintiendo, si es que Sallinger siempre tenía razón.
─¿Un teatro? Creo que no. Hay cine, eso sí.─arrugó un poco la nariz. No es que fuese mucho de teatro ni nada por el estilo, pero acostumbrada a vivir en ciudades con más oportunidades de ocio...Holywell se le quedaba corto. ─Pero no esperes los últimos estrenos, si quieres algo así bájatelo de internet.─por lo que la castaña había comprobado, la conexión de Julie era bastante rápida, así que no tendría problemas. ─Puedes proponérselo al alcalde, o a quién salga.─dio una calada al cigarro y se acercó un poco más a la otra.─Pero no creo que les convenga, no vaya a ser que la gente descubra cosas nuevas y se quiera pirar de aquí.─murmuró, lo suficientemente bajo para que solo ella pudiese escucharle.
─Podría haber ido mejor.─se pasó la lengua por los labios y guardó las propinas en el bolsillo. ─¡Eh, Mike! Dos chupitos de tequila aquí.─dijo como necesario paréntesis. ─Ya no aflojan tanta pasta. ¡Y mira que les trato bien!─o lo intentaba, pero tenían la facilidad de tocarle las narices. ─¿Y tú que? ¿Ya te has tirado al jefe en la fotocopiadora?─alzó las cejas divertida, clavando la mirada en Froissart.
─¿Un teatro? Creo que no. Hay cine, eso sí.─arrugó un poco la nariz. No es que fuese mucho de teatro ni nada por el estilo, pero acostumbrada a vivir en ciudades con más oportunidades de ocio...Holywell se le quedaba corto. ─Pero no esperes los últimos estrenos, si quieres algo así bájatelo de internet.─por lo que la castaña había comprobado, la conexión de Julie era bastante rápida, así que no tendría problemas. ─Puedes proponérselo al alcalde, o a quién salga.─dio una calada al cigarro y se acercó un poco más a la otra.─Pero no creo que les convenga, no vaya a ser que la gente descubra cosas nuevas y se quiera pirar de aquí.─murmuró, lo suficientemente bajo para que solo ella pudiese escucharle.
─Podría haber ido mejor.─se pasó la lengua por los labios y guardó las propinas en el bolsillo. ─¡Eh, Mike! Dos chupitos de tequila aquí.─dijo como necesario paréntesis. ─Ya no aflojan tanta pasta. ¡Y mira que les trato bien!─o lo intentaba, pero tenían la facilidad de tocarle las narices. ─¿Y tú que? ¿Ya te has tirado al jefe en la fotocopiadora?─alzó las cejas divertida, clavando la mirada en Froissart.
Sia T. Sallinger- Invitado
Re: La última y nos vamos. → Privado.
Claro Julie, claro. Pero hoy no, mañana. ─ Mordió su labio mientras las comisuras del mismo se curvaban lo suficiente como para crear una sonrisa divertida. Conocía ese mañana, y sabía que significaba nunca. Lo sabía porque era lo que su madre solía decirle cuando era una niña y pedía para salir a jugar con los niños del barrio. "Mañana Juliette, mañana." Y al día siguiente repetía lo mismo, como si se hubiese olvidado de lo que había prometido el día anterior. Sia iba a terminar por perder su trabajo si la pillaban, pero bien.. ella podía hacer lo que quisiera, aunque luciera como una niña no lo era. Recibió su botella de cerveza de las manos de un camarero, quien la destapó y la dejó delante de la chica sonriente, a lo cual la castaña correspondió con una sonrisa afable.
Bebió un sorbo, escuchando la respuesta a su interrogante. ─ Ese cine pasa películas del siglo pasado y las nombra como estrenos, ¿qué sucede con esta ciudad? ¿Se han quedado en el pasado? Quizás esta es una de las ciudades en las cuales el tiempo se detiene. ─ Desvió la mirada hacia las paredes buscando un reloj, el cual encontró y corroboró si las agujas se movían ─ Mh, no. No es de esos. ─ Musitó negando y dándole otro sorbo a su cerveza, oyendo lo que Sia decía sobre la política del lugar, tan tonta y errada. ─ Habrá que hacer una revolución. ─ Alzó las cejas y sonrió a su acompañante con picardía. Sia era de ese tipo, del tipo de los problemas, del caos.. como ella. ─¿Y tú que? ¿Ya te has tirado al jefe en la fotocopiadora?─ Rió con fuerza y dejó la cerveza a un lado para recibir los tequilas. ─ Preferiría no hacerlo, aunque debo admitir que fue mi idea inicial.. pero se esfumó en cuanto lo vi. ─ Una mueca de asco se hizo partícipe en su rostro. ─ Te aseguro que tendré más suerte en el baño de este lugar, que en la fotocopiadora. ─ Mike ─ el camarero que ahora tenía nombre ─ les sirvió los tequilas, y en cuanto se apartó Julie alzó el suyo en dirección a Sia, en plan brindis, y luego lo bebió de un sorbo, arrugando un poco la nariz por la amargura del mismo mientras lo hacía.
Bebió un sorbo, escuchando la respuesta a su interrogante. ─ Ese cine pasa películas del siglo pasado y las nombra como estrenos, ¿qué sucede con esta ciudad? ¿Se han quedado en el pasado? Quizás esta es una de las ciudades en las cuales el tiempo se detiene. ─ Desvió la mirada hacia las paredes buscando un reloj, el cual encontró y corroboró si las agujas se movían ─ Mh, no. No es de esos. ─ Musitó negando y dándole otro sorbo a su cerveza, oyendo lo que Sia decía sobre la política del lugar, tan tonta y errada. ─ Habrá que hacer una revolución. ─ Alzó las cejas y sonrió a su acompañante con picardía. Sia era de ese tipo, del tipo de los problemas, del caos.. como ella. ─¿Y tú que? ¿Ya te has tirado al jefe en la fotocopiadora?─ Rió con fuerza y dejó la cerveza a un lado para recibir los tequilas. ─ Preferiría no hacerlo, aunque debo admitir que fue mi idea inicial.. pero se esfumó en cuanto lo vi. ─ Una mueca de asco se hizo partícipe en su rostro. ─ Te aseguro que tendré más suerte en el baño de este lugar, que en la fotocopiadora. ─ Mike ─ el camarero que ahora tenía nombre ─ les sirvió los tequilas, y en cuanto se apartó Julie alzó el suyo en dirección a Sia, en plan brindis, y luego lo bebió de un sorbo, arrugando un poco la nariz por la amargura del mismo mientras lo hacía.
Julie G. Froissart- Descendiente de Ciudadanos.
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